La educación en tiempo de covid
El planeta azul vive la crisis más dura del siglo y como ya lo han expresado diversos analistas, el mundo no volverá a ser como lo conocimos. Siendo pesimistas, quizás en unos años se hable de lo que fue, como un lejano recuerdo. Todas las dimensiones de la vida humana han sido trastocadas por la pandemia, desde ese “arresto domiciliario”, pasando por el estancamiento productivo y la caída de la oferta y de la demanda, hasta la actividad educativa.
El proceso educativo de estos meses, al igual que otras actividades, está centrado en la virtualidad. Pero esta, sin duda, va más allá de coordinar una sesión en zoom, mirar como mágicamente aparecen los participantes en la pantalla, y comenzar la clase. Esa realidad, es más bien un privilegio. Y lo es por varios factores.
Las asimetrías sociales y por ende las asimetrías en la educación se manifiestan en esta nueva modalidad de educación que nos toca asumir. En primer lugar, se presentan de nuevo desde el acceso, en este caso al internet. En el año 2019, nos dijeron que 79% de ecuatorianos, teníamos acceso a internet, sobre todo en dispositivos móviles y los canales oficiales nos comunicaban que el estado iba a desarrollar programas para que el sector rural tenga conexión satelital a 9 dólares mensuales. Pero nos llegó el coronavirus y las cifras muestran otra cara. Para el 20 de marzo de este año se comprobó que solo el 37% de hogares tiene acceso a internet (16% en la zona rural). Del esos 37% total de hogares, solo el 24% tiene computadoras en casa (8 % en la zona rural). De tal modo que esta nueva modalidad de estudio no comienza con las mejores condiciones. Y además de los que ya nos ha venido dado el gobierno desde el año 2017, vino otro, pues la realidad estadística reflejada desde el discurso político, cayó en contradicción con los procesos educativos emergentes a enfrentarse.
Pero aún en los hogares urbanos de clase media, esos que sí pueden quedarse en casa y aun suponiendo que tengan suficientes computadoras, celulares y conexión a internet, la conectividad si no es de fibra óptica, no es la mejor. Si antes del coronavirus, en horas pico, con cualquier operadora pública o privada, no se podía ver de corrido una película…, imaginen cómo serán las actividades virtuales, si están los dos progenitores en teletrabajo y cada uno de los, supongamos, dos hijos, en sus respectivas clases virtuales…